miércoles, 29 de febrero de 2012

Sobre cómo facilitar el diálogo con los niños y jóvenes




Cualquier actividad que se realice con niños o jóvenes, exige del facilitador una actitud muy abierta y de escucha total, esa escucha que incluye todos los sentidos (los físicos y los sutiles) y mas allá. Incluye la disposición amorosa a “recibir”, “acoger” y “contener” lo que viene del niño. No es ni siquiera “entender” al niño, eso implica un proceso racional y de juicio y aquí se trata precisamente de evitar el juicio, el dar categorías, explicaciones o razones a lo que hace o no hace el niño, se trata entonces de esa actitud abierta y receptiva donde lo que viene del niño ES, es así y si necesita una orientación, una contención particular, una aceptación, solo lo puede indicar esa intuición que se desarrolla cuando se esta en la posición de “recibir”, “acoger” y “contener”.

Un niño que se siente acogido y aceptado tendrá menos comportamientos “inadecuados” frente a si mismo y a los demás Cuando en circunstancias particulares pueda tener estos comportamientos que por hacerle daño a si mismo o a sus compañeros necesitara de mas acogida y sobretodo de contención de parte del facilitador. Alguien que amorosamente le haga sentir que hay un limite, que alguien lo acoge y le ayuda, que no esta perdido en su angustia y en su no saber que hacer o como hacerlo, que en general son las verdaderas motivaciones por las cuales -en la mayoría de los casos- los niños se comportan “inadecuadamente”.

Lo que expresa (independientemente que este bien o mal según nuestro juicio) es lo que tiene dentro y lo que ha recibido del medio, así que cuando es necesario ayudarle a modificar una actitud o comportamiento es posible hacer acuerdos o tratos con ellos, donde se establece claramente el comportamiento que se espera de el/ella y el limite que no se puede sobrepasar y frente al cual habrá unas consecuencias también definidas.

El análisis y la razón, entran, como entra el entendimiento, pero posteriormente, en un proceso de autoanálisis y observación de la situación y de aprender de los procesos que se viven, y sobre todo no con respecto al niño, sino con respecto al comportamiento, al proceso, a la actividad, a la dinámica, a la situación, así evitamos un juicio personal.

Hablarles, recibir, acoger o contener, muchas veces no requiere de palabras, se necesita tan solo observarle admirando y aceptando ese ser, una sonrisa, una atención a lo que para el/ella es importante o como se siente. Cuando sea necesario hablar o preguntar – y ciertamente lo es muchas veces para ayudar nuestra no tan desarrollada intuición- el acercamiento ha de ser desde su mundo, ese mundo donde lo importante es el sentir, el experimentar, la fantasía y mucho mas adelante (estamos hablando ya de adolescentes) la razón de ser.

Preguntas que ayudan a buscar en si mismo y revisar la experiencia o lo vivido pueden ser:
  • Que sentiste cuando hacías ….?
  • Como se siente cuando estas … (una emoción o desarrollando una actividad)?
  • Como fue la experiencia?
  • Que paso cuando ….?
  • Que te parece …. ?
  • Que crees de … esta actividad?
  • Cuéntame un poco que paso...
  • Dame un ejemplo de lo que es ….
  • A ti que te parece...?
Y como decíamos, mas adelante entran preguntas que involucran la razón, pero aun allí es importante dirigirlas y enfocarlas adecuadamente para abrir posibilidades y no cerrarlas o condicionarlas y es muy importante acudir a lo que sintieron, como lo sintieron, a que se refieren con …. que les parece …. y evitar a toda cosa el tan utilizado “Por que?” una pregunta que obliga a intelectualizar a dar una razón, a tener que quedar bien, por lo tanto lo que obtendremos sera solo el resultado de eso y no del proceso interno que vive el chico/a.

Cuando en las dinámicas ya actividades queramos recoger sus ideas, vivencias, sentimientos u opiniones, busquemos con antelación la pregunta, así podremos generar procesos profundos y de verdadero aprendizaje, en ves de solo justificaciones o clichés

Una buena pregunta es aquella que promueve buenos procesos”

Ana Maria Vargas

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